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Sinopsis

  «Y ustedes también, hijos de Sión, alégrense y llénense de gozo en el Señor su Dios; porque él les ha dado la primera lluvia a su tiempo, y enviará sobre ustedes lluvias tempranas y tardías, como al principio» (Joel 2:23) Se avecina una inundación espiritual. Dios lo ha prometido. Él nos ha prometido un derramamiento del poder del Espíritu Santo que producirá la cosecha más grande de almas que jamás se haya visto. Como creyentes, por años lo hemos leído en la Palabra y escuchado desde los púlpitos. Por tanto tiempo hemos estado observando el cielo, esperando que suceda, que ya tenemos calambres en nuestros cuellos espirituales. Hemos tenido esta imagen mental de Dios derramando Su Espíritu desde un enorme cántaro celestial encima de nosotros. Pero ¿sabes qué? Hemos estado mirando en la dirección equivocada. Los cántaros que Dios usará para derramar. Su poder están aquí en la Tierra. Jesús lo explicó así: «Del interior del que cree en mí, correrán ríos de agua viva, como dice la Escritura» (Juan 7:38)